Griselda era
una princesa que opacaba el sol y ponía verdes de envidia a las flores con su
belleza. Nada de extrañar en una princesa de cuento, algo muy típico también
que todos los príncipes de los reinos vecinos se enamoraran perdidamente de
ella y perdieran la cabeza. Lo que sí no es muy común es que la pérdida de
cabeza fuese literal y que nuestra princesa del cuento se aficionara a
coleccionarlas como trofeos de guerra… ¿o amor?.
Griselda sabía
perfectamente que la mayoría de los hombres solo ven con los ojos, y con ellos
solo alcanzan a ver la superficie de las cosas, por lo que nunca descuidó su
buen ver: se sometía a largas y dolorosas sesiones para la “extracción de
cualquier pelo plebeyo” y hacía fatigosos “estiramientos y equilibrios en
zapatitos de cristal”. Todo le resultaba a la perfección puesto que los
príncipes seguían llegando y las cabezas rodando.
Todo bien
hasta que la sanguinaria princesita empezó a sentirse sola ya que el miedo que
le tenían todos sus súbditos y los habitantes de otros reinos no fungía de
buena compañía. Sola estaba hasta que apareció un príncipe tan despistado como
cegatón. Habría sido un final feliz si el pobre hubiese estado ciego, pero no,
era solo corto de vista, así que sin bien duró un poco más que sus
predecesores, al final, también perdió la testa. Pero le dio un precioso regalo
a Griselda quien, luego de nueve meses, tuvo a la más maravillosa princesita
que alguien pudiese imaginar y fue en ese preciso instante en que rodó, por
última vez, una cabeza más por los suelos.
Este
entretenido y divertido cuento de Isol, quien tiene magníficos títulos como
“Intercambio Cultural “ y “El Globo”, mantiene todo el humor al que nos tiene
acostumbrados. Un poco cruenta la historia, es verdad, pero no más que los
clásicos de Perrault o de los hermanos Grimm.
Título: La
Bella Griselda.
Autor: Isol
Editorial:
Fondo de Cultura Económica.
Librería: FCE
Edad: de 4
años para arriba.
Precio: S/.
35.
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