miércoles, noviembre 08, 2006

Goig

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Como todos, Goig disfrutó de esos cálidos y protegidos días al lado de su madre y de sus hermanos recién nacidos. Pero, como a todo cachorrito de raza, el idilio no le duró mucho puesto que su nariz fue a dar, más pronto de lo esperado, a la fría vitrina de una tienda de mascotas. Ni tiempo le dieron de intimar con un pájaro compañero de desventuras que tenía al costado cuando un hombre, que le provocó una fuerte sensación de antipatía, se lo llevó para regalo de cumpleaños a un niño igual de antipático.

Pero como no hay mal que por bien no venga, nuestro cachorro protagonista, Goig, termina escondiéndose debajo de la mesa donde se encontró con otro niño, Martín, que al igual que él había recurrido a los trasfondos de la mesa, protegida por un largo mantel, para huir de un entorno que les resultaba hostil. Se pasan entonces toda la fiesta juntos y siguen así por largos años.

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Todo bien y maravilloso en esa relación de amistad que iba fortaleciéndose con el tiempo pero el sino de Goig le tenía reservada una aventura más. Cuando Martín crece parte para París a seguir sus estudios y su ausencia deja en nuestro boxer la firme decisión de ir en su busca. Apoyado en algunas palabras claves que le dieron una pista de su paradero y dejado mucho a la suerte y el destino, Goig termina embarcándose en un buque desde Lima hasta el viejo Continente. Pero cuando llega a París se le acaba la suerte y no encuentra a su amado compañero. En compensación lo adopta una pareja de locales con los que pasa un período importante de su vida ya que en ese hogar forma el suyo propio, al lado de una perrita de su raza y con hijos que atender y querer.

Pero su vida no terminaba de ser completamente feliz porque le zumbaba en el corazón la nostalgia por su viejo Martín. Hasta que un día otra vez por el destino, que como en las tragedias griegas juega también un papel fundamental en la historia, Martín se aparece, para asombro de todos, en su nueva casa. Nadie podía entender que pasaba y qué cabos había que atar para procesar este extraño y maravilloso encuentro. Pero tras la emoción inicial surgió la necesidad de tomar serias decisiones, ¿qué hacer ahora? ¿qué dicta el corazón? ¿hacia quién se inclina? Un cuento que tiene la virtud de tener un buen final, tal vez no “feliz”, en la acepción tradicional del término, pero si un buen final con mayúsculas.

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La historia mantiene la tensión literaria desde principio a fin y por el camino de su lectura se nos abren muchos temas de importancia y trascendencia: la existencia de una relación como producto del trabajo de muchos años y no como una gracia caída del cielo; la certeza de que todo gran amor, para serlo, debe llevar en su interior un dispositivo de separación, de independencia y de respeto por el derrotero en la vida del otro. A diferencia de lo que nos podría decir “Bola de Nieve” en uno de sus boleros, amar a alguien implica aflojar las manos que lo aprietan.

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Pero el cuento es valioso también porque es un bello álbum ilustrado. Tokeshi ha sabido captar a la perfección ese aire nostálgico y algo triste que se percibe a lo largo de la historia, de tal manera que la narración textual y la gráfica armonizan a la perfección. Para terminar solo me gustaría resaltar que este cuento, (pero la verdad todo buen cuento), se ha ganado el derecho de ser literatura infantil sin adjetivo, es decir, simple y llanamente, literatura.


Autores: Ana María Dueñas y Alfredo Bryce Echenique.
Editorial: Peisa.
Ilustrador: Eduardo Tokeshi.
Librería: Atlántida, (varias otras) y tiendas Wong.
Precio: S/. 29.
Edad: A partir de 5 años.

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