jueves, noviembre 02, 2006

Perrier, un cerdito muy fino.

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Era un cerdito enano con pedigrí y conocedor de todas las normas de protocolo y de todos los manuales de urbanidad. Vivía con Marbella, una famosa actriz de cine que lo adoraba y no escatimaba gastos por su comodidad: dormía en almohadones de seda, comía caviar y sólo bebía Evian. Sin embargo, Perrier sentía una insatisfacción que no podía explicar y que fue entristeciéndolo poco a poco. Es así que Marbella decide tomar unas vacaciones en su casa del campo pensando que el cambio de aire reconfortaría a su querida mascota. Ya en el campo Perrier se aleja de la piscina siguiendo el rastro de unos extraños gruñidos para descubrir luego a una cerda con sus cerditos disfrutando de una enigmática sustancia marrón. Al principio no quería ensuciarse pero luego no quería salir de la poza de barro, por lo que no se percató de que el tiempo volaba a la par de la preocupación de su querida Marbella.

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Hasta aquí tenemos a un cerdito que logra descubrir el motivo de su existencial insatisfacción al descubrirse así mismo: todo cerdo, para no trasgredir su propia naturaleza. Debe revolcarse, por lo menos de vez en cuando, en una buena poza de barro. El caso es que la historia le guarda un duro revés a nuestro héroe porque cuando llega a casa y descubre a Marbella postrada de preocupación en el sofá rodeada de la policía que tomaba el perfil del desaparecido, siente una culpa tan grande que termina haciéndole una terrible promesa: nunca más volver a ensuciarse en barro. Final fatal para el cerdito que irá hundiéndose poco a poco en una profunda depresión.

Una noche de tormenta Perrier se levanta asustado por los truenos. Flaco y demacrado se acerca silenciosamente a Marbella que se encontraba en el tocador y se lleva un susto terrible, su hermosa cara estaba cubierta de barro, un delicioso barro color chocolate. Desde ese momento Perrier empieza una franca mejoría, recobra peso y color bajo los maravillosos efectos del barro cosmético y de la posibilidad de seguir siendo lo que es, a pesar de su entorno, un cerdito.

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La autora, Elizabeth Suprr y el ilustrador, Matin Madje, han logrado crear un simpático álbum ilustrado lleno de humor y de fina ironía. Las ilustraciones y el texto se acompañan perfectamente. Ambos están marcados por un mismo estilo y cada una aporta información y crea ambiente al contar la historia de este bien logrado álbum infantil que nos habla sobre la necesidad de aceptar los mandatos de nuestra propia naturaleza para poder ser felices.


Editorial: Juventud.
Edad: a partir de 4 años.
Librería: Atlántida (Larco 720, Miraflores).
Precio: S/. 44.

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