lunes, junio 26, 2006

La isla


Un naufrago pisa finalmente tierra firme y la primera constatación que hace es que los isleños que lo reciben son muy diferentes a él. Inmediatamente se dará cuenta que el aspecto de sus “anfitriones” va de acuerdo con la hostilidad de sus intenciones. Y es que para los lugareños, la diferencia en la fisonomía, la condición de extranjero y otros detalles más del recién llegado, alimentan ese profundo miedo por lo desconocido que se traduce casi inmediatamente en agresión.

Como en toda sociedad, por más pequeña que sea, se presentan opiniones divididas y, por lo general, la del más fuerte se impone frente a las de de aquellos indecisos o poco dispuestos a arriesgar su comodidad por defenderla. Es así que deciden enviarlo a un extremo de la isla, alejado del pueblo, y encerrarlo en un viejo corral de cabras. Luego de unos días, empujado por el hambre el naufrago decide escapar de su prisión para aventurarse en el pueblo en busca de comida. La imposición de su presencia ante los pobladores exacerba el miedo y el rechazo de todos. Ahora, por más distanciado que lo mantengan, el miedo ha logrado introducirlo en la mente de cada uno de los pobladores. Hombres, mujeres y niños sueñan con él en sus sombrías noches y se amenazan mutuamente con la idea de su presencia, “si no terminas la sopa vendrá y te llevará, advertía una madre a su hijo”.

Cuando el miedo se hace insoportable los hombres deciden devolver al naufrago al mar. Las posibilidades de que se salve son remotas pero el futuro de la comunidad de la isla no es más esperanzador que la de éste: elevan una enorme y amenazadora muralla alrededor y queman la única barca que utilizaban para la pesca, condenándose, felices, a vivir encerrados.

La narración textual del álbum es fuerte y directa, pero deja gran parte de la fuerza emotiva a la narración gráfica. Las ilustraciones, hechas en lápices y tonos grises, acentúan los rasgos violentos de unos y la desesperanza y vulnerabilidad del otro. Existe además entre ambas narraciones, la textual y la gráfica, un contrapunto muy logrado en el que ambas interactúan diestramente para darle al álbum un fino tono de ironía. Lo dibujos recuerdan a la obra “El Grito” de Munch o los dibujos de la película “The Wall”, de Pink Floyd, (la pared y la isla vendrían a tener el mismo significado), donde el aspecto físico de los personajes se deforman en función de que tan torturadas y agresivas sean sus personalidades.

El autor, Armin Greder, es un suizo que vive desde hace muchos años en Australia. Diseñador gráfico y dibujante de animación que ha acumulado varios premios y reconocimientos en Italia y Australia.

Edad recomendada: 8 años a más. (La presencia de un padre, en este álbum ilustrado, es necesaria no solo para la lectura sino también para generar un espacio de diálogo que promueva preguntas en el niño y ensaye posibles respuestas).
Editorial: Lóguez
Precio: S/. 65.
Librerías El Virrey.
Miguel Dasso 147, San Isidro

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