domingo, marzo 02, 2025

¡El perro en la luna está de regreso!

 


Hace 12 años, con los 13 recién cumplidos, le dije a mi papá que era demasiado grande para que me siguiera leyendo cuentos. Se lo dije apenada, consciente de que estaba rompiendo su corazón, pero el deseo adoslecente de ser adulta ganó. Así que agarré la novela que llevábamos por la mitad, mi almohada y me despedí. No pasó mucho tiempo hasta que El perro en la luna se despidiera también. 


El blog, después de todo, era la manera en la que mi papá compartía y reseñaba los libros y cuentos que íbamos leyendo juntos, y ya no leíamos juntos. Poco a poco, mi papá pasó de comprar cuentos infantiles a ojearlos con nostalgia en las librerías y El perro en la luna se convirtió así en un bonito recuerdo que desempolvábamos como familia solo cuando alguien nos preguntaba por la cantidad de álbumes ilustrados que teníamos atiborrados por toda la casa. 


Pero ahora que soy grande, quiero volver a ser niña. Ahora que soy grande, soy yo quien se queda más tiempo del que debería en el área infantil de las librerías. Soy yo quien pasa los dedos sobre las cubiertas de los cuentos, esperando que nadie me vea. 


Así que aquí estamos otra vez, listos para compartir con quienes quieran leernos nuestra pasión por los cuentos infantiles. Porque si algo me enseñó mi padre es que la literatura infantil se disfruta mejor -y puede que hasta solo- en compañía. Necesita dos pares de manos: un par para sujetar el libro y otro, más pequeño, para pasar las páginas. Está hecha para ser leída en voz alta y con audiencia, pues alguien tiene que entonar las líneas del lobo feroz y reírse como la bruja malvada, y otro tiene que asustarse.

 

Esperamos, entonces, que nos acompañen en este nuevo capítulo de El perro en la luna, que 12 años y una vida después regresa con la misma misión de antaño: acompañarlos en la lectura. Algo que, como me enseñó mi papá, es acompañarse también en la vida. 



 

P. D.:

En un esfuerzo por mantenernos al día con la tecnología, hemos abierto un perfil de TikTok y estaremos también por X.

El blog, después de todo, era la manera en la que mi papá compartía y reseñaba los libros y cuentos que íbamos leyendo juntos, y ya no leíamos juntos. Poco a poco, mi papá pasó de comprar cuentos infantiles a ojearlos con nostalgia en las librerías y El perro en la luna se convirtió así en un bonito recuerdo que desempolvábamos como familia solo cuando alguien nos preguntaba por la cantidad de álbumes ilustrados que teníamos atiborrados por toda la casa. 


Pero ahora que soy grande, quiero volver a ser niña. Ahora que soy grande, soy yo quien se queda más tiempo del que debería en el área infantil de las librerías. Soy yo quien pasa los dedos sobre las cubiertas de los cuentos, esperando que nadie me vea. 


Así que aquí estamos otra vez, listos para compartir con quienes quieran leernos nuestra pasión por los cuentos infantiles. Porque si algo me enseñó mi padre es que la literatura infantil se disfruta mejor -y puede que hasta solo- en compañía. Necesita dos pares de manos: un par para sujetar el libro y otro, más pequeño, para pasar las páginas. Está hecha para ser leída en voz alta y con audiencia, pues alguien tiene que entonar las líneas del lobo feroz y reírse como la bruja malvada, y otro tiene que asustarse.

 

Esperamos, entonces, que nos acompañen en este nuevo capítulo de El perro en la luna, que 12 años y una vida después regresa con la misma misión de antaño: acompañarlos en la lectura. Algo que, como me enseñó mi papá, es acompañarse también en la vida. 



 

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